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Es posible que el problema de la pobreza no sea, en realidad, un problema de distribución, sino un problema de expectativas… expectativas de riqueza:

Por eso resulta obsceno, dañino para la conciencia, ver por un lado lujos alrededor ( mansiones, vehículos, yates, …) y por otro lado la mayoría con penurias para comer bien todos los días ( empleo estable y de calidad), y tener una vivienda, si no no puede haber, una vida digna.

Pero ¿ quien le pone el cascabel al gato?

Quien se atreve a cambiar los hábitos de vida, a no especular, a no hacer publicidad consumista.

Máxime cuando se asocia el status social no a los valores humanos sino al “tanto tienes, tanto vales” en un alarde de incoherencia imperativa.

Además, estamos en un maremágnum de desinformación, pues información hay y en exceso, pero no de calidad, de contenido válido, lo que interesa, no solo a los poderes políticos, sino especialmente a los poderes económicos:

“Cuanto peor, mejor" ( para ellos).